lunes, 3 de febrero de 2014

De la oposición a la conservación, nuevo artículo de opinion en Salamanca RTV

Hay días en que uno no consigue entender la realidad. Aunque esta sentencia la podemos colocar acompañando a gran parte de las noticias que aparecen a diario en prensa, sólo me voy a centrar en esta corriente proteccionista que rodea, ahora, a la Sierra de Béjar y Candelario. Durante años ha habido dos posiciones diferenciadas: una favor de la declaración de esta zona como Parque Natural y otra en contra de la anterior defendiendo las pistas de esquí de La Covatilla. Unos y otros han aparecido en los medios de comunicación en la última década y las hemerotecas, conciencias y testigos de lo dicho, reflejan quién ha defendido qué… Pero ahora resulta que casi todo el mundo está a favor del Parque Natural y recogen firmas a modo de declaración de principios.

Los conservacionistas han sido mirados como gentes en contra del desarrollo del lugar, que criticaban este modelo de esquí como atentado al entorno. Las gentes a favor del deporte invernal como intervencionistas y especuladores del medio natural. Nada nuevo bajo el sol ibérico. Así que es el momento de una tercera alternativa, en la que el esquí y la conservación sean compatibles. Hay varias razones para ello, empezando por la existencia de la propia estación creada con dinero público y que ha de ser rentabilizada en la medida de lo posible. Por otro lado, el valor natural y paisajístico de la sierra, con los valores más altos de biodiversidad dentro de Castilla y León, que como todo valor patrimonial debe ser protegido.


La tozuda realidad meteorológica está desmontando la visión del esquí como la panacea a los problemas laborales y económicos de estas poblaciones. No nieva tanto ni cuando se desea y las previsiones para los próximos años no son más halagüeñas. Los últimos estudios realizados sobre la rentabilidad económica de las pistas de esquí en España presentan conclusiones lapidarias: sólo Boí Taüll y Baqueira Beret son económicamente rentables sin la aportación de fondos públicos. El resto, aunque parezca mentira, sólo se mantienen gracias a las inyecciones económicas públicas bajo distintas formas. Uno de los motivos, contrastado científicamente, es el aumento de la temperatura media de las mínimas, es decir, la temperatura que hace rentable fabricar nieve artificial. La constante subida de las temperaturas en los últimos 20 años es la que marca esta tendencia que no se puede ocultar ni modificar.


Pero tampoco están prósperos los espacios naturales protegidos. La desaparición de las ayudas a sus zonas de influencia socioeconómica, es decir, los fondos que les aportan a los pueblos ha llegado y tiene pinta de quedarse algún tiempo. Es complejo que se dispongan presupuestos para realizar infraestructuras de cualquier tiempo en los pueblos de alrededor, pero su valor natural y su atractivo eco – turístico permanecen y han de permanecer.

De nuevo afirmo que es el momento de la tercera vía, la que contemple la existencia del Parque Natural y la Estación de Esquí , ahora que algunos cambiar de opinión y otros se reafirman. Los espacios naturales protegidos son un atractivo para el turismo, no existe ninguna duda, y su declaración hace que los pueblos que los conforman sean redescubiertos. El caso más cercano lo tenemos en Monfragüe que desde su declaración como Parque Nacional está recibiendo más visitantes que nunca y su entorno están abriendo más casas rural y restaurantes. Ya sé que consagrarlo todo al turismo es un arma de doble filo, pero actualmente es el único “negocio” que le funciona a este país. España y, en nuestro caso, Salamanca, son escenarios ideales para un turismo de naturaleza especializado que se oferte en Europa con propuestas de calidad. Este eco – turista europeo se aloja en establecimientos de alto nivel y gusta de buenos restaurantes. Esta es una de las posibilidades más que ciertas y este fin de semana en FITUR lo hemos podido confirmar. Ya hemos discutido suficiente, ahora conciliemos soluciones.

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