martes, 6 de noviembre de 2012

Nueva columna en El Adelanto:Naturalidad entre lo urbano y lo rural.


La Naturaleza es paciente y tozuda, la meteorología la expresión de su Ley. Nos creemos inmunes a ella montados en la utopía de la superioridad tecnológica y basta una buena nevada en España para dejarnos a todos paralizados. Nos cortan el agua o la electricidad y nos quedamos huérfanos de bienestar. Cuando esto ocurre y me pilla en el pueblo, siempre hay unas velas y un pozo o fuente cerca para sacar agua, saliendo del paso en lo que se arregla la avería. Por supuesto hay que hacer acopio de paciencia y un ejercicio de adaptación espartana, para saber convivir sin ese cordón umbilical de las fuentes de energía que nos une al siglo XXI. Pienso en ello mientras leo las noticias del huracán Sandy a su paso por la costa este de Estados Unidos. Tres millones y medio de viviendas y negocios aún sin luz. Caos y desastre en medio de los fríos, las elecciones y la Maratón de Nueva York. La ciudad de las ciudades rendida a los vientos huracanados.

 Este desamparo de los neoyorkinos, y demás compatriotas, es semejante al sufrido por los habitantes de Tokio, y demás japoneses, durante el terremoto del pasado año. La metáfora de esta megaciudad sin luz en los luminosos de las marcas comerciales, en calles y viviendas es de nuevo una colleja para devolvernos la sensatez.

Las megaciudades se han planteado como solución a muchos de los problemas del pasado y presente siglo, y no tengo muy claro dicho acierto. La vuelta atrás es compleja y casi imposible. Pero de estas lecciones debemos sacar moralejas aquellos que vivimos en ciudades de menor entidad y en los pueblos. Tenemos menos servicios y encina nos los recortan, pero quizás no andemos tan mal como pensamos, o al menos, podemos repensar el modelo de población en el que vivimos y como relacionarnos entre pueblos y ciudades. 

Este ha sido el objetivo del Seminario de la Asociación Nordeste de Salamanca dentro del Proyecto de Cooperación Interterritorial Nuevas Relaciones e Interdependencias Urbano  - Rurales. Técnicos venidos de distintas partes de España y Europa expusieron sus visiones y propuestas de cara a un nuevo modelo de interdependencia, entre aquello que conocemos como mundo urbano y mundo rural.  A pesar de las buenas ideas e intenciones, todo lo expuesto queda condicionado a presupuestos y personas. Dineros que permitan establecer estos canales y personas que quieran asentarse en los pueblos, o sea, un éxodo urbano real.

Curiosamente, coincidiendo en fechas y lugares de celebración, la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente organizaba un taller de trabajo con objetivos semejantes pero con alternativas concretas. Su proyecto Consuma Naturalidad busca la promoción de los productos que favorecen la cría de razas ganaderas autóctonas y el cultivo de las variedades vegetales autóctonas más características. Es decir, conservar nuestros paisajes, nuestros paisanos  y los oficios del campo a través del consumo de productos propios. Desde esta entidad quieren lograr que desarrollemos nuestros pueblos y su riqueza natural desde nuestra nevera y nuestro menú. Tan sencillo, bajando al caso salmantino, como ser consciente que cuando consumamos carne de morucha estaremos protegiendo las dehesas. O cuando preparemos unas lentejas de la Armuña, será la avutarda y los sisones los que salgan beneficiados. Aunque la primera especie a proteger será el hombre y la mujer del campo.

Repensemos en lo que hacemos y decidimos a diario, pues hay más soluciones de las que pensamos. Pero sobre todo no nos creamos que la ciudad no necesita a los pueblos. Esta mutua dependencia es real, y a mayores, unos y otros dependemos de lo que hagamos con nuestro clima y  con eso que llamamos naturaleza. A las muestras me remito (Raúl de Tapia).

No hay comentarios: