Segunda jornada del VoluntaTormes con una sesión de trabajo
en el río (literalmente). La retirada de residuos sólidos urbanos en las aguas
del Tormes siempre depara sorpresas: lámparas de baño, tulipas de salón, botes
de lejía pleistocénicos… Vamos un cambalache residual.
La vegetación que cae al río, los troncos arrastrados por las
crecidas, las múltiples ramas que el otoño dona al agua se termina acumulando
en los pilones del puente. Si el mantenimiento no se produce los acúmulos
terminan generando tapones: luego el agua se desata…
Recoger esta masa forestal en el agua tiene su toque de
aventura y compromiso, descubrimiento del río desde su interior y percepción de
los nichos de la fauna acuática. todo el cauce para aprender.
O troncos como farolas que necesitan muchos brazos para
sacarlos.
Pero el río también tiene otros enemigos, como las especies
exóticas invasoras. Este es el caso de los ailantos o árboles del cielo que hemos
estado cortando para que no se reproduzcan.
Tras la dura jornada de trabajo, dedicamos la tarde a
preparar la salida de campo nocturna que nos llevará de madrugada hasta
Juzbado.
La luna llena nos acompañó. Era la primera vez que salían al campo con la noche de escenario. La primera vez que escuchaban los reclamos de las ranas y los cárabos.
La intensidad de la luz nos permitió andar agradablemente por la ribera. Las sombras de luna dibujaban las siluetas sobre las veredas de la ovejas.
Llegamos de madrugada a Juzbado, donde Fernando, su alcalde, nos había dejado el salón del ayuntamiento para dormir. Un detalle más de nuestro amigo.
La intensidad de la luz nos permitió andar agradablemente por la ribera. Las sombras de luna dibujaban las siluetas sobre las veredas de la ovejas.
Llegamos de madrugada a Juzbado, donde Fernando, su alcalde, nos había dejado el salón del ayuntamiento para dormir. Un detalle más de nuestro amigo.
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