domingo, 15 de enero de 2012

Columna El Adelanto:Donato el molinero de Olmillos de Santa Teresa


Hay personas con las que merece la pena hablar al menos una vez en la vida. Nos son humanos archiconocidos, ni académicos de la lengua y ni filosóficos pensadores. Pero son paisanos a los que la gente de su entorno les tiene cariño, albergan un lenguaje rico, sin contagiados neologismos y su cabeza rebosa de reflexiones que sedimenta la vida. Sin duda una de estas personas es Donato, molinero a la par que carpintero, nacido, pacido y trabajado en el molino de Olmillos de Santa Teresa, en Juzbado. Su vida ha transcurrido a pié mismo de Tormes, sobre el que lee las llegadas de las lluvias o las caídas de los fríos.



Hace ya tiempo, saliendo de su molino, me soltó una frase de las que te dejan las neuronas procesando: “Según temblequea, así llueve”. Es lo que dijo mirando unas bayoneras que tremolaban  en la orilla. Después de andar unos minutos hacia su casa, no puede por menos que indagar sobre el significado de lo dicho. El resultado fue sencillo, según la intensidad del movimiento de dichas espadañas, al día siguiente caería más o menos agua. Mi pensamiento inmediato se dirigió a pensar en las horas, días y años  que habría acumulado, interiorizando ese fenómeno meteorológico, para que de un golpe de vista afirmara con tal rotundidad.



Esta sabiduría tradicional también la hemos visto, los que le visitamos en su pictórico rincón del río, cuando nos enseña el interior del molino. El mecanismo sigue intacto pues lo mantiene y conserva, sin ayudas ni subvenciones: ni las pide ni las que quiere. Este perfecto estado de revista le permite llegada la siega seguir moliendo para los amigos. Cuando abre la trampilla del agua, para que las norias den vida a las muelas, aquello se convierte en una sinfonía anárquica de golpeteos y chirridos. Parece literalmente que va a empezar a andar todo el edificio con nosotros dentro.


Pero hay más, su ingenio y conocimiento le llevaron en la juventud a convertir el movimiento hidráulico en mecánico y plantear una carpintería en el piso superior. Correas y rodillos ponen en movimiento las sierras y demás útiles con los que ha trabajado la madera. Allí ha parido trillos y carros, arados y yugos, en los tiempos en que estas herramientas peinaban la Armuña chica de surcos y trigales.A día de hoy, cuando se anima a hacer algún pequeño carro, se sube a su taller, a pesar de tener otro moderno donde su hijo continúa el oficio. Se entiende mejor con estas máquinas que con las otras.



En verano dio el pregón de las fiestas de su pueblo, en medio de muchos nervios pero acompañado con entusiasmo de sus hijos y vecinos. Y recordó los kilómetros que hacía a pié para ir a la escuela de chico y la alegría que le produjo la primera bicicleta que le regalaron. No por el divertimento, que también, sino fundamentalmente por los cansancios que se iba a evitar.



No quiero finalizar sin resaltar su útil labor a la hora de conservar ese patrimonio hidroetnográfico que son los molinos. Su labor altruista mantiene entero y sólido un edificio que arranca su historia a finales del siglo XVII y que llega a nuestros días. En medio de tanta información de inútiles inversiones multimillonarias en aeropuertos desérticos y de personalidades que meten la mano en la caja común, el ejemplo de personas anónimas como la homenajeada ha de ser sacado a luz. Aunque sólo sea para dar un poco de optimismo a las noticias y plantear modelos honestos a los jóvenes. 

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